
La esencia perdida en Black Mirror
Soy un simple espectador más entre los miles de espectadores del mundo que tienen una cuenta en Netflix, ese servicio de streaming que ofrece películas y series para nuestro entretenimiento. Una de las series que más ha llamado la atención del público es Black Mirror, creada por Charlie Brooker, ya que nos muestra una crítica sobre los efectos que tienen los avances tecnológicos y que están insertándose cada vez más en la vida cotidiana de los seres humanos, por lo que nos plantea diferentes futuros en los que esto será lo más común para la humanidad. De modo que para no caer en una sola mirada, su creador optó por hacer capítulos con diferentes directores y actores, respetando el tema central de la serie, lo cual la volvió más interesante al encontrarnos con capítulos que pueden estar más cercanos a nuestro tiempo y otros que muestran un futuro distópico.
Esta serie, como otras, se inclinó por crear temporadas cortas pero contundentes para generar mayor expectación, aunque debido a este formato, diferentes portales tienden a clasificar cada capítulo de manera independiente, los ordenan de mejor a peor según los gustos de quien redacta. Hay que mencionar que la primera y segunda temporada constan de tres capítulos y un especial de navidad, sin embargo, cuando en 2015 Netflix adquiere los derechos de la serie, la tercera temporada tuvo un aumento a seis capítulos.
El pasado 29 de diciembre de 2017, se estrenó la cuarta temporada con seis capítulos y algo aquí ha cambiado desde mi punto de vista, a fin de aventurarme a decir que es la más desafortunada desde su estreno en 2011. Pareciera como si lo importante en la serie fuera verse bien, ya que en lo visual sus capítulos son muy buenos, pero las historias dejan mucho que desear, perdiendo la esencia que caracterizaba a Black Mirror, esa visión de la influencia de la tecnología en nuestras vidas, porque sí, están los aspectos tecnológicos en esta temporada, pero en capítulos como Crocodile, bien podría no estar y eso no afecta en nada a la historia, lo tecnológico no es la causa de la patología de la protagonista, puede estar en el siglo XV y la situación se puede llevar a la perfección.
En otros capítulos vemos como la tecnología sí afecta a los protagonistas, como en el caso de Arkangel, pero no llega a sorprender su desarrollo temático, desde un inicio se intuye que aquello terminará de la manera en que terminó y el interés se pierde.
También podemos encontrar el capítulo más criticado, Metalhead, que nos muestra un futuro postapocalíptico, pero que en lo personal es el más interesante y que cuenta con una fotografía interesante, pero mi gusto sobre este capítulo es por ser el que menos dice lo que está pasando, no aclara las cosas y eso es lo que molesta a muchas personas, pero es lo que lo vuelve más interesante, querer saber que hay más allá de aquellas máquinas, quienes son los otros a los que no vemos y qué pasó con la humanidad, quizá su fallo fue abusar del suspenso y mostrar a un enemigo poco aterrador.
Ahora bien, los capítulos que más han gustado al público han sido los más inmersos en un posible futuro y la convivencia cotidiana con la tecnología, los más cercanos a lo que Black Mirror nos tiene acostumbrados, como Hang the DJ, que es el capítulo romántico presente en cada temporada, el cual nos muestra la distancia que existe aún en estos futuros entre lo humano y lo virtual, aquello con lo que no puede competir ninguna máquina, que son los sentimientos como el amor (aunque en este caso supo adaptarse a las necesidades de los protagonistas) y que ese hilo invisible llamado destino es imposible de cortar; una historia bien llevada, que ha diferencia de otras románticas como San Junípero, de la tercera temporada, esta es más interesante.
USS Callister, la más aclamada en diferentes medios, la que se tiene en las portadas de las entradas en la web que hablan de la cuarta temporada de Black Mirror, la que es visualmente más llamativa y que a mucha gente le gusta, pero, ¿por qué les gusta? ¿Es acaso por sus referencias a Star Trek y que este «boom» por lo vintage en la ciencia ficción está de moda (esa nostalgia hacia el pasado visual)? Si es así, ¿es todo? Este capítulo con el que se abre el telón de la cuarta temporada es bueno, hay relación futuro-tecnología-humanidad, pero hay detalles que no embonan en la trama, cosas de lógica que rompen la ficción dentro de esta ficción, no porque sea algo que sabemos que estamos viendo dentro de una serie o película se debe de aceptar todo lo que pase, ya que aquello que vemos es la creación de un «micromundo ficcional» dónde las piezas deben de encajar para entrar en el juego, pero en ocasiones no pasa, desde mi punto de vista, en este capítulo.
Por otro lado nos encontramos con el cierre de telón, Black Museum, que logra atrapar al público por su misterio y mostrar el lado perverso del ser humano, es el más explicativo, en el que no quedan cabos sueltos y todo se resuelve, quizá el más redondo dentro de esta temporada, que genera un interés por saber las historias de las otras piezas del museo.
Así, estos son los seis capítulos de la cuarta temporada, que en mi opinión no se comparan a sus antecesores, no los supera y que a perdido aquello que tenía de particular la serie, lo cual me genera sentimientos encontrados, porque las primeras temporadas me tenían al filo del asiento pidiendo más y reflexionando sobre nuestro entorno, pero en esta cuarta temporada, cada capítulo me parecía largo, me distraía porque no me atrapaba y solo me llevo a reflexionar que quizá este consumismo excesivo sobre series en el que se van acostumbrando las personas a generado que Black Mirror de la mano de Netflix hayan producido una temporada pasable, para consumir y desechar, nada memorable, nada destacable para una serie que tiene una premisa interesante y que espero se recupere de esta decepcionante temporada.