
Parásitos, el olor y las clases sociales
El sistema económico del mundo actual provoca en muchas sociedades una necesidad de sobrevivir; cada día es una lucha por no morir hasta que llega el momento inevitable. Sin embargo, dentro de lo binario, para que una cosa subsista tiene que tener su contraparte, en este caso, los que viven y se mantienen al margen para no convertirse en sobrevivientes. Dos clases, dos extremos que se complementan: ricos y pobres. Parásitos que se alimentan unos de otros.
Esta realidad social es retratada en la película Parásitos, del director Bong Joon-ho, que nos presenta como una familia coreana de escasos recursos (Los Kim) se infiltra en la casa de una familia de clase social alta (los Park), y debido a esto su situación mejora hasta que su suerte se ve afectada por descubrimientos inesperados que afectan su entorno.
En principio, podría decirse que se maneja un punto de vista más allá de lo económico, por parte del director, que llega a ser muy conocido por todos, y es que la familia de escasos recursos refleja cierta unidad en comparación con los de clase alta, los cuales reflejan un aparente distanciamiento emocional entre ellos, ya que la primera parte de la película transita por la comedia, sus personajes llegan a marcar estereotipos de una sociedad parecida a la de cualquier otra. Esto logra que el espectador de diferente nacionalidad pueda generar una empatía con lo ve en pantalla.
No obstante, Bong Joon-ho realiza una transición en la que deja de lado el aspecto cómico para pasar al suspenso y la intriga que trae consigo el descubrimiento de la familia Kim que volcará su aparente estabilidad y los conducirá a límites inesperados. Así, para llegar a este punto los personajes comienzan a mostrar sus pensamientos y se devela que no todo es unidad o distanciamiento.
Si se mira el origen creativo de esta película pudiera entenderse por qué comienza como una comedia de humor negro para pasar al thriller e incluso a la fábula, esto es, el teatro. Bong Joon-ho pensó la situación como una puesta en escena en la que se marcan estas distancias sociales, siendo que además afirmó en una entrevista que cuando escribe lo hace «sin pensar en los géneros», por tal motivo es que se permitió mezclarlos con el fin de sustentar su obra.
Parásitos muestra la distancia empática que existe entre los seres humanos y cómo esto provoca una máscara que no se deja ver los verdaderos pensamientos, aunque hay cosas que son preferibles no saber, pero, ¿qué pasa cuando te enteras de lo que realmente piensa el otro de ti? ¿Qué pasaría si te enteras que piensan de ti que apestas y que apestas por tu estatus social?
Dong-ik: Espera un momento. ¿De dónde viene ese olor?
Yeon-kyo: ¿Qué olor?
Dong-ik: El olor del Sr. Kim.
Yeon-kyo: ¿Sr. Kim?
Dong-ik: Sí.
Yeon-kyo: No sé a qué te refieres.
Dong-ik: ¿En serio? Debes haberlo olido. Ese olor que emana por el coche, ¿cómo se describe?
Yeon-kyo: ¿El olor de un anciano?
Dong-ik: No, no, no es eso.
Yeon-kyo: ¿Qué es? ¿Como un rábano viejo?
Dong-ik: No. ¿Sabes cuando hierves un trapo? Huele a eso. De todos modos, aunque siempre parece estar a punto de cruzar la línea, él nunca lo hace. Eso es bueno. Le daré crédito.
Yeon-kyo: Sí.
Dong-ik: Pero ese olor cruza la línea. Se desplaza hasta el asiento trasero.
Yeon-kyo: ¿Qué tan malo puede ser?
Dong-ik: No lo sé. Es difícil describirlo. Pero a veces lo hueles en el metro. Hace años que no tomo el metro. La gente que viaja en metro tiene un olor especial.
Parásitos es un estudio sobre las clases sociales que como su título lo indica viven a costa una de la otra y aunque se repelen o se odien, no llegan a eliminarse porque se necesitan para subsistir, porque como dijo Bong Joon-ho en una entrevista «Las relaciones humanas fundadas en la simbiosis van a menos. Las clases sociales son cada vez más parasitarias», y si una desaparece la otra también lo hará.