Reflexión: ¿Qué público se quiere tener en el Teatro?

Cuando se lleva a cabo el proceso de un montaje escénico se espera que se realicen una gran cantidad de funciones, que se generen ganancias y sobretodo que asista la mayor cantidad de público, ya que es a quien se dirige la puesta en escena. Aunque existen posturas anticuadas como decir que “yo no lo hago para el público, lo hago para gente de teatro”, o, “no me importa el público, lo que me importa es mi visión”, olvidan que la gente de teatro son parte del público y que si no hay quien observe no se puede generar el acontecimiento escénico. Pero sin importar cuál sea la postura, se necesita que la gente vaya al teatro para que la obra siga teniendo funciones y que los meses de trabajo de mesa, ensayos, así como el dinero invertido no se vuelva una pérdida.

Sin embargo, la realidad es que las salas de teatro no se llenan en su totalidad y se llegan a conformar los grupos escénicos con una cantidad mínima de espectadores (sobre todo si no se paga por el espacio), incluso se reparten cortesías con tal de que no se vea vacía la sala. Por ejemplo: un teatro con capacidad de entre 70 y 100 espectadores, asisten treinta o cuarenta personas si bien le va a la obra, pero muchas veces es menos la asistencia y hasta veinte personas se vuelve un suspiro de alivio, cuando no debería ser así, ya que en proporción no se compara con el tiempo invertido.

Se puede pensar que la falta de público es exclusivo de un lugar, que eso no pasa en las grandes urbes como la capital de México, Monterrey o Guadalajara, por mencionar las ciudades más importantes del país donde se espera que haya mejor educación, cultura y economía, sin embargo la realidad es casi parecida en toda república mexicana y el teatro, una de las artes más marginadas, carece de espectadores. Algunas veces una que otra obra tiene éxito, pero la mayoría se queda en pequeñas temporadas debido a la poca recepción de público que tuvieron.

Quizá me equivoco, me gustaría tener datos concretos, pero es lo que he vivido dentro y fuera del escenario, como creador, como espectador en diferentes ciudades del país que he visitado, donde observo que el caso es el mismo y el discurso de los teatristas sobre este suceso es el mismo: “A la gente no le interesa el teatro”, “Es que no hay difusión”, “La gente prefiere ir al cine”, “La gente quiere fútbol y cerveza”, “Es que no hay apoyos”, así como muchas otras frases que he escuchado en repetidas ocasiones y veo que el panorama no ha cambiado a pesar de la realización de iniciativas, propuestas, apoyos, estrategias de publicidad para acercar al público al teatro (sea de gobierno, instituciones privadas o de manera independiente).

Entonces, ante este problema me pregunto: ¿De qué se habla cuando se dice que la gente no va al teatro? ¿De qué clase de público estamos hablando? Porque las quejas parecen ser reduccionistas y centrarse sólo al teatro cuando el asunto va más allá de este arte. Digo esto porque si se quiere comparar la cantidad de público que asiste al cine también se debería de preguntar con qué tipo de cine se hace la comparación, por ejemplo, si es contra una película taquillera como de superhéroes que ahora abundan, no considero que sea lo correcto si el teatro que se hace va por una línea de generar conciencia, con temas y reflexiones sobre el mundo, por lo que entonces tendría que ser con una película de cine de arte, dónde si se es observador pasa lo mismo que en el teatro, la sala, está vacía, quizá diez espectadores, a veces un poco más, otras menos en comparación con su rival la película taquillera.

Por tal motivo pregunto, ¿a qué clase de público se quiere llegar? Y pasa lo mismo en otras artes, donde si la exposición no es de alguien conocido la inauguración no pasa de la asistencia de familiares, amigos y uno que otro curioso; o si se asiste a un concierto de jazz o música con propuesta diferente no se puede comparar con la cantidad de personas que asisten a conciertos masivos. Por lo que la poca asistencia  de público no es exclusiva del teatro y la comparación con otras áreas resulta ser mal enfocada. Es una cuestión que tiene una génesis más allá del arte, más allá de cualquier iniciativa cultural o propuestas de gobierno.

Quisiera tener la respuesta, como muchos lo desean y que la realidad se diferente, que no se tenga que comparar incluso con la gente que asiste a eventos deportivos como el fútbol, porque incluso en el deporte pasa algo similar, ya que no es el mismo público que asiste a ver básquetbol o fútbol americano que los de la liga de fútbol mexicano. También hay diferencias en esas áreas del deporte.

Aunque no cuento con un estudio a fondo sobre este hecho, considero pertinente pensar ¿a qué nos referimos con público? ¿de qué clase? ¿en qué cantidad? ¿comparado con qué? Y sobre todo, ¿para qué? Ya sea por dinero, por llevar un mensaje, por mostrar una visión o por la razón que sea, pensar en aquel que mira no está de más, porque de no ser así, entonces, ¿para qué se hace teatro?