Crítica: «La Favorita», de Yorgos Lanthimos

El cineasta griego Yorgos Lanthimos ha sorprendido a más de uno dentro del mundo del cine puesto que se alza con una voz y visión diferente, película tras película lo demuestra como en Kynódontas (Dogtooth/Canino/Colmillo) del año 2009, Alps (2011), La langosta (2015) y El sacrificio del ciervo sagrado (2017), dónde nos muestra a personajes atrapados dentro de una realidad diferente a la de otros sin caer en la fantasía y desde un planteamiento realista. Con un manejo de las historias que permiten un distanciamiento en el espectador al crear una sensación de rareza, porque pareciera que los personajes son ajenos a los problemas en los que están involucrados.

Sin embargo en su última película, La Favorita (2018), Yorgos Lanthimos apuesta por una historia de época escrita por Deborah Davis y Tony McNamara que se basa en personajes históricos, ya que la anécdota gira en torno a un momento de la vida de la reina Ana de Gran Bretaña (1665-1714), interpretada por Olivia Colman, la cual fue la última soberana de la Casa de los Estuardo, y se sitúa en los acontecimientos ocurridos durante la Guerra de Sucesión de España (1701-1713).

A pesar de que se basa en un hecho histórico no quiere decir por ello que se cuente con exactitud lo que pasó, ya que se centra en lo que ocurre al interior del palacio entre la reina Ana de Gran Bretaña y su consejera Sarah Churchill (1660-1744), Duquesa de Marlborough, interpretada por Rachel Weisz, la cual podemos ver como tenía influencia sobre las decisiones de la reina, que puede ser verdad que así haya sido como puede ser que no; el mismo Lanthimos comenta en una entrevista que “En La Favorita hemos tratado de poner en evidencia desde el principio que no tratábamos de recrear la corte de la reina Ana de forma realista”, y es algo que queda claro no solo en esta película sino en todas sus producciones, donde el director griego no pretende mostrar la realidad real. Además de lo ya mencionado, se nos presenta la versión del director de cómo fue que la prima de Sarah Churchill, Abigail Masham (1670-1734), interpretada por Emma Stone, llegó a ser la favorita de la reina Ana.

El director utiliza tomas con gran profundidad de campo para mostrarnos la enormidad del espacio en el que habitan los personajes, lo que crea la distancia ya mencionada hacia las emociones de los personajes, pero además utiliza el gran angular u ojo de pez desde planos en picada o contrapicada, como si fuera algo más que observa, un tercer oculto entre la inmensidad del espacio.

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Se ha dicho que existen referencias a Stanley Kubrick en las películas de Lanthimos, sobre todo en El sacrificio del ciervo sagrado por la utilización de los planos abiertos con gran profundidad y el seguimiento de la cámara hacia los personajes, donde puede recordar a películas como El resplandor (1980).

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«La langosta» (2015)
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«El resplandor» (1980)
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«La Favorita» (2018)

Y aunque pudiera hacerse la comparación entre La Favorita y Barry Lyndon (1975) por ser esta última de Kubrick situada en el siglo XVIII, la realidad es que son diferentes, ya que Yorgos Lanthimos apuesta por una estética barroca que nos puede recordar a pinturas de Johannes Vermeer (1632-1675) o Rembrandt (1606-1669), pero de manera más concreta nos acerca a la corriente del Barroco llamada Tenebrismo, que se caracteriza por un violento contraste de luces y sombras, donde la luz atraviesa la imagen de manera diagonal, siendo sus máximos exponentes los pintores Caravaggio (1571-1610) y José de Ribera (1591-1652).

En esta película nos encontramos ante un juego de poder en el que las posiciones se invierten, ya que Abigail Masham después de ser maltratada por su prima Sarah Jennings se convierte en la favorita de la reina Ana de Gran Bretaña, la cual se encuentra en profunda depresión al no encontrarle sentido a la vida que le recuerda  el fallecimiento de sus diez y nueve hijos, los cuales son simbolizados por conejos que ella misma tiene en su recámara.

Con actuaciones espléndidas y una estructura por cuadros, Lanthimos nos vuelve a mostrar su influencia teatral, ya que también dirigió obras de teatro, siendo esta una de las razones del por qué sus personajes parecieran no expresar emociones o que no tienen sentimientos, ya que las cosas pasan en aquello que no se dice y se tiene que encontrar en el subtexto donde las corrientes emocionales habitan en los personajes, como en las obras de Antón Chéjov. El director declara en una entrevista que “La incomodidad, sea de un actor o un personaje, suele revelar cosas interesantes acerca del comportamiento humano”, lo cual muestra el trabajo que le dedica a los actores para encontrar mayor verosimilitud en sus actuaciones sin caer en exageraciones y que todo venga desde su interior. Además, su estructura tiene los cimientos de lo teatral, dónde un tercer personaje que viene de afuera desestabiliza la supuesta armonía que dos personajes tenían para crear el conflicto que dará pie a la historia por contar.

En términos generales esta película cumple con una estructura lineal en la que a diferencia de otras películas del director griego no se tienen que buscar las referencias mitológicas como en “El sacrificio del ciervo sagrado”, porque aquí se exploran las pasiones humanas y los contrastes de la personalidad: oscuridad-luz, comicidad-tragedia, lo real y lo absurdo. Revela el instinto humano por medio de las pasiones y la sed de poder, pero además, el deseo de llenar el vacío de la existencia.