
Crítica: El Vaquero Galáctico | XXIX Encuentro Estatal de Teatro Nuevo León
En el año 2009, Melchor Flores Hernández, mejor conocido como «El Vaquero Galáctico» fue secuestrado por elementos de la policía de Monterrey, junto a él también fueron secuestrados Andrés Batres Sánchez y Gustavo Castañeda Fuentes. El caso de Melchor fue muy conocido porque se ganaba la vida como un hombre vestido de vaquero en un tono platinado simulando ser un robot que se movía cuando se le depositaba una moneda, y laboraba en el centro de la ciudad de Monterrey.
Este hecho suscitó en David Colorado la creación de una obra titulada El Vaquero Galáctico, como homenaje a dicho personaje, dónde por medio de elementos de la historieta, el western y la comedia nos cuenta en paralelo la historia ficticia de los habitantes del planeta Nuevo Texas, quienes buscan mediante su guerrera Kaliska liberarse de la opresión de “Los Ángeles del Infierno”, liderados supuestamente por El Vaquero Galáctico; junto a esta línea argumentativa se encuentra el relato del padre de Melchor Flores Hernández, la persona detrás de la figura del héroe- antihéroe.
El Vaquero Galáctico, se presentó el pasado 8 de junio de 2019 en el Teatro del Centro de las Artes, dentro del XXIX Encuentro Estatal de Teatro Nuevo León. De principio a fin nos ofrecen una puesta en escena llena de dinamismo, con sus constantes cambios temporal-espacial, apoyados por vestuarios llamativos realizados con materiales reciclados y con un trabajo corporal que sostiene a la puesta gracias al manejo preciso y sobresaliente que demuestran Mauro Samaniego, Antonio Trejo, Joselyn Paulette, Calixto Valdez, Paulina de León, David Colorado y Fernando Acosta, quienes atraen, conectan y generan atención en el espectador.
Sin embargo, algunos de estos cambios que propone David Colorado en el texto son un tanto inconsistentes, repercutiendo en la ejecución del mismo, con cortes abruptos y escenas que no conectan por la falta de ritmo y precisión en las transiciones, esto se puede apreciar cuando se realiza la transición a las escenas melodramáticas de Mauro Samaniego, quien interpreta al padre del desaparecido, escenas en las que la obra aterriza en su dimensión social, que se diluye por los diálogos parecidos a los de una mala telenovela.
El lenguaje coloquial y los regionalismos que se utilizan resultan un cliché o referencia a los programas populares de la televisión local, aunque esto puede ser intencional existe un abuso de ello, lo que distrae al objetivo del discurso social que propone la obra al denunciar un hecho real y contundente.
Quien conoce el contexto de lo sucedido con el Vaquero Galáctico comprenderá las escenas donde se corta con la ficción y “el padre” rompe la cuarta pared, pero quien desconoce lo sucedido puede generarle dudas del por qué esas escenas se encuentran en la obra al no ser lo suficientemente claras para embonar en las situaciones que están construyendo.
El Vaquero Galáctico es una obra que toma riesgos al integrar diferentes aspectos escénicos para crear su universo ficcional, pero ese riesgo es un arma de doble filo pues por lo menos en esta función le restó limpieza escénica y fuerza al discurso.
Las intenciones de Colorado de partir de un acontecimiento real a una ficción llevada al punto de parecer una historieta, vodevil o western escénico son buenas, así como su evolución en el trabajo de un teatro físico, sin embargo, desde nuestro punto de vista, aún existen fallos en su dramaturgia y en los trazos escénicos que en la medida en que sigan teniendo funciones irán perfeccionando a obra.